Carne, el peor de los pecados

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Inflación, precios altos, nuevos tarifazos, falta de crédito, se dispara el dólar, tasas por las nubes y encima tener que escuchar a algún funcionario excusando de gran parte de todos esos problemas en el mes de Febrero, a “consecuencia del aumento de la carne”.

 

Un país que respira bifes, pero que lamentablemente a caballito de una historia populista aún mantenida por quienes hoy gobiernan, encuentran una y otra vez los problemas en “el otro”. Ese otro que como en nuestro caso, venimos particularmente sensibilizados, repasando una y otra vez, pronósticos miles que semana tras semana, “patean una vez más” las lluvias para otro día.

 

Va a llover? Es la pregunta que todos se hacen. Y si, algún día va a llover, lo que ocurre que más allá de las previsiones, del buen manejo, de las reservas forrajeras y de cuánto usted organice, sin lluvias, el castillo poco a poco no digo se derrumba, pero al menos va debilitándose. Ventas anticipadas, destetes con urgencia y varios potreros que van sufriendo día tras día, el interrogante que nos va encerrando, de acá para allá, de allá para acá, salvo que todo termine en un gran corral de encierre, los espacios programados se achican.

 

Y cuidado, hasta hoy quienes gozan de la producción mixta y aún más, quienes aún disfrutan lo cosechado en la fina, van viendo como el almanaque se acerca de golpe y las malezas siguen ahí, durmiendo por sequía y con todo a la espera de que algún trigo ciclo largo, no quede tan lejos y son pocos los lugares donde desde cosecha a esta parte, hayan juntado agua en los perfiles.

 

Y entonces? Y acá es cuando todos entendemos que el éxito o el fracaso de la producción agropecuaria en la Argentina, tiene dos pilares: la eficiencia en el manejo y el clima. Cómo y los mercados? Y las políticas agropecuarias? Bueno, ambas siempre restan, en las buenas y en las malas. Los mercados en el caso del trigo, hasta no hace mucho denunciábamos los monopolios que no pagan calidad y castigan su ausencia. La cebada, la maltera siempre es ganancia de maltería y el resto, la gruesa viene a los tumbos, girasol cartelizado, soja hija de las retenciones y el maíz, quien lo tenga, es quien respira.

 

Políticas agropecuarias, no solo ausente, siempre en un ínfimo intento de terminar entorpeciendo lo que habría que dejar correr y dejar libre, lo que habría que regular. Hoy con baja de peso de faena en las hembras en lugar de incentivar los kilos en categorías y mañana vaya a saber que otro retoque, para que siempre, nivelemos para abajo.

 

Y la carne? La carne tiene la culpa de todo. Para el carnicero, porque el ganadero la aumenta, para el feed lot porque siempre los productores quieren más, para el frigorífico, porque siempre son las víctimas y para los exportadores, porque siempre se la quedarán toda. Y para la gente, por ser nuestra, por ser la mejor y porque mientras la gente coma carne, los problemas parecerán un poco menos dolorosos. Total, como siempre, la única política pública hacia el campo, es hacer creerle a la gente, que el campo es un servicio público, pero con riesgo e inversión privada.

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