¿Somos o nos hacemos?

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

El viernes leí un Tweet de Viviana que decía así: “Necesito que alguien me explique por qué tenemos medios tan subdesarrollados, por favor! Están todos esperando a un delincuente barra brava cuando llega al aeropuerto y lo entrevistan como si fuese una estrella de cine. ¿Estamos todos locos?”

 

Efectivamente, Viviana, y no me animo a circunscribirlo sólo a los medios de comunicación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, porque también en el interior del interior esos abominables reportajes son consumidos y hasta envidiados. Es más, diría –mal que nos pese- que somos ignorantes de moral, de leyes, de todo.

 

El destacado psicólogo, psiquiatra y escritor Marcos Aguinis nos recuerda que los argentinos merecemos el mote de “incorregibles” impuesto por Jorge Luis Borges a los peronistas, porque los excede.

 

También, en uno de sus tantos libros, señala una anécdota que tiene como protagonista al madrileño Jacinto Benavente

 

“Benavente había venido al país en 1922 y recorría en ferrocarril las ciudades del interior junto a la celebrada actriz Lola Membrives. Cuando se detuvieron en la ciudad de Rufino ella bajó a recoger cartas y telegramas. En uno de los cables le anunciaban a Benavente que acababa de ganar el Premio Nobel de Literatura. Lola Membrives compró una botella de champán y fue a despertar al escritor. Benavente recibió la noticia con calma y, contra lo que esperaba la actriz, decidió completar su gira antes de retornar a Europa. En cada localidad Jacinto Benavente fue interrogado sobre la Argentina. Los argentinos somos curiosos e insistentes para enterarnos cómo nos ven los de afuera. Es como recibir la confirmación de una buenaventura que en el fondo de nuestra alma consideramos inmerecida. Pero el español se negaba a contestar. Su recato, lejos de aminorar el acoso, lo estimulaba. Los periodistas, colegas y actores le preguntaban siempre qué opinaba de los argentinos, sin variar la monocorde cuestión.

 

Cuando llegó la hora de su partida y el carruaje dejó en el muelle al dramaturgo, se redoblaron las demandas. Entonces Jacinto Benavente inspiró hondo y disparó un cañonazo: “Armen la única palabra posible con las letras que componen la palabra argentino.” El escritor trepó la escalerilla y se introdujo en el barco. Su figura desapareció mientras quienes lo habían escuchado armaban sobre trozos de papel palabras organizadas con las letras de argentino. La única que encontraron fue ignorante”.

 

Finalizo tomando para mí, aquellas “Notas de un argentino”,  de Jorge Luís Borges cuando señalaba: “Anoto sin alegría estas reflexiones. También sin ira; dada mi condición de contemporáneo, es inevitable que me parezca de algún modo a quienes denuncio”.

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