Sueños de libertad

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Institucionalización es uno de los tantos conceptos que la historia del particular escritor Stephen King derrame en un mensaje donde ocurre de todo: injusticia de un crimen no cometido, alianzas propias de un sistema carcelario, sometimientos de funestos personajes, sueños de alguien que no se siente dentro del sistema y libertad, eso que tanto todos añoramos pero que en definitiva, nunca terminamos bien de entender en que consiste.

 

Por eso la película “Sueños de libertad” es sin dudas para quien suscribe, quizás una de las grandes joyas del cine, porque de principio a fin, desnuda la vida misma, esa que cada día trato de entender en un país donde indudablemente, están todos los límites trasgiversados.

 

No logro comprender cuáles son mis derechos y cuáles mis obligaciones, ya que me encuentro a diario, que prácticamente todos, son derechos ajenos, los propios cada día son menos. Siempre el otro parece poder avasallarlo todo: calles, rutas, ciudades, nacionalidades y hasta géneros, si, prácticamente nos obligan a entender que lo que nosotros pensamos está mal y por ende, hay que si es posible, imponer mediante la ley cómo debemos pensar y si es necesario, cómo lo deben hacer nuestros hijos.

 

Esta semana en uno de los actos más atroces de hasta dónde los derechos siempre son de otro, un profesor universitario amigo, intentaba tomar un parcial de una carrera universitaria en la Universidad Nacional del Sur, mientras que sus pobres alumnos, peleaban su concentración contra un recital que habían armado en el playón de afuera, alumnos del centro de estudiantes. Es cierto, el derecho a un espectáculo, a la diversión, debe existir, pero en este caso, se priorizaba sobre el más básico de un sitio construido e ideado para el estudio, justamente sobre el estaba.

 

Así entonces, vemos como encapuchados, con piedras, palos, hondas, etc, son simples civiles manifestándose, defendidos por una docena de políticos que en ese momento en lugar de sesionar en las cámaras, por lo único que se preocupaban era por esta banda de forajidos que en el mejor de los casos, son ni más ni menos que delincuentes. Pero claro, desde cuando los civiles a cara limpia, podemos estar por encima de estos sujetos? Ni siquiera la ley, que no puede detenerlos, no puede defenderse y no tiene una justicia que sepa en que lugar deben ir las cosas.

 

Institucionalización era el síndrome de todos los presos, según Andy Dufresne, el único en el penal que aún después de 20 años, seguía soñando con Ziuatanejo, un lugar paradisíaco al cual el pensaba llegar. Institucionalización es creer que somos presos de un sistema, sin libertades propias y bajo el sometimiento de un orden perverso, donde claramente las alianzas solo tejen votos y claramente convierten en una actitud prácticamente delictiva, el actuar de abogados, fiscales, jueces, diputados y senadores.

 

Por eso a veces no quiero resignarme y quiero seguir creyendo que Ziuatanejo existe. Porque únicamente soñando puedo seguir sintiendo que en esta pobre Argentina en la que nos han convertido, los derechos de los demás terminen donde comiencen los míos.

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