Los hombres de negro, un ejemplo para la vida misma

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Para muchos el hecho pasará desapercibido, quizás millones de Argentinos ni siquiera estén enterados. Pero para los creadores de los “Espartanos” y los propios convictos, lo ocurrido esta semana jamás podrá borrarse. El hecho ya inédito de que una embajadora de otro país se interesara por el proyecto – Fundación Espartana busca a partir del deporte generar valores en las cárceles - y que hace unos meses llegara un mail, solicitando amablemente y en forma de pedido formal, que el mejor equipo de rugby de toda la historia realizara un entrenamiento en el penal 48 de San Martín, ya pareció demasiado.

 

Sin embargo, la grandeza de estos muchachos y de quienes los dirigen, son en definitiva un verdadero ejemplo para lo cual el deporte, queda extremadamente pequeño y pone al desnudo en su contraste, las infinitas miserias de nuestros políticos, dirigentes y por qué no, pseudoestrellas deportivas, que al lado de estos muchachos, no podrían más que limpiarles los zapatos, aunque esto –por increíble que parezca -es tarea exclusiva de cada uno de los All Blacks, como una muestra más de la humildad y la importancia de la misma en la vida cotidiana.

 

Ezequiel Fernández Moores, en su artículo “All Blacks, o el arte de como construir un equipo” resume a partir del autor del “Legado” de James Kerr , las claves de estos neozolandeses que sin quererlo, dan un ejemplo de vida que vale la pena repasar.

 

“No hace falta ser el mejor, ni tener talento, lo que importa es la personalidad. Tampoco el más fuerte, ni el más inteligente, sino parafraseando a Charles Darwin, el que mejor se adapte a los cambios”. Respetar el proverbio árabe que dice, “mejor mil enemigos afuera, que a uno dentro de la carpa”. La individualidad no hace a un equipo, sino miren como vuelan los pájaros. Repasa Moore en el legado de los hombres de negro.

 

Para ser un líder, hay que contestar dos preguntas, “Qué podes ofrecer y qué vas a sacrificar”, un líder quiere crear más líderes, no seguidores. Líderes que hablen porque las palabras inician revoluciones, pero ante todo, líderes que actúen porque cuando las acciones hablan, las palabras no son nada. Líderes que aún después de las más duras de las batallas y del aplauso de miles, barran ellos mismos el vestuario. “La clave es barrer el vestuario, los privilegios son el peor enemigo para el alto rendimiento”. Hasta repiten en sus rutinas las palabras que convencieron a un tal Michel Jordan, “la fuerza de la manada es el lobo y la fuerza del lobo es la manada”.

 

James Kerr, cuenta que a los All Blacks se les lee a Shakespeare y el mito del sacrificio, “aquel que derrame sangre conmigo hoy, será mi hermano” y aunque el mito pase simplemente por no dejar una arruga dentro de las medias, “la arruga provocará ampollas, las ampollas harán perder tiempo y el tiempo, hace perder partidos, porque muchas veces como dijo Muhamad Alí, no son las montañas las que te fatigan, sino las piedras en tu zapato. Y porque además en plena cumbre, habrá que volver a cambiar y aprender. Siempre aprender”.

 

Muchos creen que el Haka es intimidar al rival o puro marketing. Eso es no saber que para Nueva Zelanda –un país de 4,5 millones de habitantes – los All Blacks representan más que un equipo. El haka, es la conexión con los ancestros, es mucho más que una simple danza tribal maolí. “Mi ejército, dijo Oliver Cromwell sabe por qué pelean, los All Blacks saben por qué juegan, ellos saben quiénes son, por quién jugan y por qué existen”. Kerr para ello, cita un viejo proverbio griego, “una sociedad se hace grande cuando los ancianos plantan árboles que nunca verán” y cuenta que cada nuevo All Black recibe un libro que recuerda historias de su país, sus héroes, valores y pautas del equipo. El resto de la páginas está en blanco para que el recién llegado las llene con su nuevo legado.

 

Legado, ancestros, humildad, aprender, sacrificios, héroes, valores, convicción, acción, liderazgo, adaptación, trabajo en equipo. A veces los ejemplos abundan, solo basta con aprender a mirarlos.

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