El cambio no es una opción

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Hace un par de semanas escuche a tres jóvenes agrarios cooperativistas señalando con mucho respeto ante un auditorio que “el cambio no es una opción, sucede”.

 

Diariamente, cada uno de nosotros soporta el tembladeral de los sucesos mundiales y nacionales en las pantallas de la televisión o de nuestras PC. Desde hace mucho tiempo nuestro horizonte se ha convertido en un ámbito de baldosas flojas. Por eso, el desafío más formidable que tal vez el hombre haya experimentado nunca –desde su origen- es asumir su raigal condición de inseguridad, precariedad y transitoriedad. Pero el dato de la realidad actual es que el cambio es lo más permanente.

 

Mientras en la Argentina se abren debates sin sentido, o como dice el ex jugador de rugby Juan Bautista Segonds: “el deporte nacional de Argentina es la queja”, el mundo sigue girando cada vez con más fuerza, y ya no es sólo cambiar de lugar o de opinión, sino de mundo.

 

La gran mayoría de los argentinos no saben, no pueden o no quieren entender que estamos en medio de un proceso de cambio donde hay fuerzas que se generan y otras que lo resisten. Las fuerzas impulsoras tienen nuevas ideas, compromiso con el presente y visión de futuro. En cambio, las otras son conservadoras, rutinarias y resistentes.

 

“La innovación y creatividad es la mejor respuesta al cambio, porque pensar nos permite adelantarnos a él”, dijeron convencidos los jóvenes cooperativistas, a la vez que advirtieron: “No somos tan diversos como creemos mientras que el mundo sí está capitalizando la diversidad”.

 

Y abrieron el juego al indicar que “hoy estamos desaprovechando talentos y recursos a la hora de encarar la innovación y el cambio organizacional para concretar nuevos negocios o para resolver problemas”.

 

En este mundo en permanente cambio nadie tiene comprado el porvenir, tiene que merecerlo. Esto significa que en este siglo XXI, cada día debemos asumir el formidable desafío de convertirnos en instrumentos aptos.

 

Recuerdo haber señalado hace muchos años, en los orígenes de este programa y en esta misma columna, que colectivamente, hace más de 70 años, nuestro país no pudo o no quiso advertir que la historia giraba en una esquina. Haciendo gala de una peligrosa vocación suicida seguimos derecho cuando todos doblaban. Lo estamos pagando con el porvenir porque seguimos incurriendo en ese error.

 

No habrá presente en paz ni futuro venturoso para ninguno de nosotros si seguimos pensando y actuando en lo “correctamente político” y en seguir ahondando la grieta ideológica y agitando los vedetismos de derecha y de izquierda, empobreciendo el debate con ideologías obsoletas y caídas del mapa. Algún día –anhelo- los argentinos nos tendremos que sentar a dialogar sin tanta vehemencia, a escucharnos sin recelos, y a admitir sin miedos que nos hemos equivocado y es necesario, entre todos, levantar desde los cimientos una nueva nación.

 

Será por eso que aún resuenan en mis oídos lo que dijeron tan sabiamente estos tres jóvenes agrarios: “El cambio no es una opción, sucede”.

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