Jugamos como vivimos

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Para muchos la frase es de autoría de un tal Jorge Valdano, para otros, en el andar filosófico de la vida, la disparó un señor llamado César Luis Menoti. “Vivimos como jugamos, o jugamos como vivimos” sería sin dudas la definición perfecta para un país y un deporte, que traspira crisis por donde se lo mire.

 

El primero de los parecidos entre el fútbol y la vida misma, es que la Argentina desde siempre se ha vanagloriado de ser un país inmensamente rico, con un potencial ilimitado, atractivo para los inversores del mundo, con inmensas capacidades individuales, claramente distinguidas a lo largo y a lo ancho del planeta. La Creatividad por aquí es un bien que se cae de a puñados y sin lugar a dudas, si existe un paraíso, este debería ser el lugar. Claro, eso desde nuestra óptica, ya que la realidad en poco se le parece.

 

En su paralelo, históricamente en los últimos 30 años, demostramos ser los mejores atrás de una pelota. Grandes estrellas reinando en el fútbol mundial, un semillero inacabable, picardía única, habilidad individual, carácter, capacidad de adaptación nacida desde el sufrimiento que estas pampas le han dado, todo hace indicar que nuestro fútbol, debería estar en el podio.

 

Pero claro, si vivimos como jugamos, imposible que una cosa o la otra, triunfen. El país acaba ser declarado emergente, por lo tanto lo de riqueza queda absolutamente descartado, con un préstamos del FMI marcando la ruina a la cual asistimos, viviendo de préstamos, de intereses y si hay algo que no ha ocurrido hasta el momento, es el afán de inversión extranjera, que encuentra como principal limitante, una política indecente, con una justicia inexistente en materia de resguardo de mercados, jurídicamente hablando. O sea, somos solo potencialmente ricos, pero para eso, habría que explotarlo, algo que por aquí no se promueve. La creatividad es real, pero pocas veces utilizada para un bien común: no debe haber lugar en el mundo donde este mejor aplicada la frase “hecha la ley, hecha la trampa”, esa sin dudas, es nuestra mayor especialidad. Y todo, absolutamente todo, siempre en un ámbito de individualidad.

 

Hasta aquí, hablamos de la vida, o ya se perdieron? Claro, si todo esto lo trasladamos a lo futbolístico, el espejo no puede ser más parecido. Quizás creemos ser muy buenos, pero es un problema personal y de autoestima. Las estrellas mundiales, lo son, pero allá en el mundo, todo nacido de esa muy buena capacidad individual, pero prácticamente nula, de conjunto. El carácter y la picardía, no nos permite más que terminar siempre en discusiones, simulaciones y protestas, que quizás individualmente en otros lugares, pasan desapercibidas pero aquí se potencian dando poco menos que un aspecto despreciable, informal, comenzando por los dirigentes, siguiendo con la dirección técnica y concluyendo en los jugadores.

 

Para concluir, una vez más, fútbol y realidad se mezclan y en definitiva, no se sabe a ciencia cierta si la definición busca reflexionar sobre la debacle de la calidad en el deporte o si quizás, habla de la sociedad en su conjunto. “El fútbol refleja a la perfección todos los vicios de la globalización: hay cada vez menos ricos y cada vez más pobres” apunta Valdano.

 

Una cosa o la otra, en ambas, tenemos todo para cambiar y en todo, podemos llegar a ser los mejores o seguir por esta senda, pensando que lo somos y siendo lo que somos. El problema es que para serlo, dependerá cambiar muchos vicios, tanto en el fútbol, como en la vida misma.

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