¿Y ahora qué sigue?

La realidad política argentina bien podría crear una enciclopedia sobre como preocupar a toda una sociedad con simples movimientos cambiarios.

Los bruscos vaivenes que registra el dólar en las últimas semanas dominaron la atención de toda la opinión pública, aunque sorprendentemente no fue opacada por la turbulencia del Mundial. Es que estamos acostumbrados a que los funcionarios eleven globos de ensayo para conocer el pensamiento de la población. Muchas veces esos artefactos se pierden en la atmosfera, pero otros vuelven a la tierra para aplicar los resultados. 

 

Y los datos recogidos de las encuestas no le mostraron números favorables al Gobierno. Hay una amplia decepción con respecto a la imagen del presidente Mauricio Macri y un deterioro menor en la de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal. La pérdida de confianza, algo que hemos repetido en estas mismas líneas en más de una oportunidad, es la que marca el desánimo de los argentinos. 

 

Los cambios generados en el Gabinete son un cimbronazo con el que se busca dar un golpe de efecto para corregir el rumbo actual. La salida del polémico ministro de Energía, Juan José Aranguren, aquel que dijo que prefiere tener su dinero a salvo en el exterior y que solo lo repatriará cuando la situación mejore, oxigenará un puesto que esta permanentemente en la mira. Lo mismo le sucedió a Francisco Cabrera, ex titular de la cartera de Producción y a Adolfo Sturzenegger, ex presidente del Banco Central. 

 

La negatividad se vio reflejada en los sondeos de opinión y solo con modificaciones de fondo se podrá comenzar a recomponer la delicada situación por la que atraviesa el país.

 

Básicamente es un lavado de cara que busca repotenciar el rol de líder de Macri, aunque para ello se deberá profundizar en otros aspectos. Tal como expresara en una nota con Jorge Lanata anunció que “El gradualismo es el camino para cuidar a los más vulnerables, no veo otro camino. Ahora vamos por menos gradualismo, porque justamente deterioramos la confianza del mundo para acompañarnos en este proceso, que ellos empezaron a pensar que con algunos comportamientos podía ser parecido a 'te amago que voy a recomponerme, que voy a sacarme esta mochila de sobregasto, y después no hago nada'. Pero es el camino que tenemos que seguir defendiendo”.

 

Ahora bien, las preguntas de rigor son ¿qué significa menos gradualismo?, ¿aumentos de tarifas más duros que los anteriores para recomponer precios?, ¿despidos masivos en el Estado?, ¿más créditos con el Fondo Monetario?. A estos interrogantes se le podrían agregar los siguientes ¿la pérdida de confianza es solo del exterior?, ¿por qué los empresarios amigos no invirtieron fuertemente como se esperaba?, ¿para mantener el apoyo internacional hay que olvidar que el pueblo lo puso para dirigir a la Argentina?. 

 

Más de una de estas respuestas las iremos conociendo en el transcurso de los meses venideros. Por lo pronto nos queda una sola duda: ¿y ahora qué sigue?. ¡Hasta la semana que viene!.

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