Todo tiempo pasado no fue mejor

Van dos semanas de una furiosa sangría de dólares que debe realizar el Banco Central para intentar controlar sin suerte la suba del billete verde, se le suma la visita de los responsables de Economía al Fondo Monetario Internacional que recuerdan viejas épocas y desempolvan memorias poco gratas y el descreimiento creciente de la población hacia la clase dirigencial sube al mismo nivel que la moneda estadounidense.

Estas tres situaciones se aúnan en una sola respuesta que ya la explicamos en la editorial anterior. La falta de confianza es el principal elemento que juega al momento de la toma de decisiones y es entonces cuando se produce un vacío (que va desde el emocional al financiero) y marca la pauta de que los reales cambios profundos que debían no se llevaron a cabo, tal vez evitando una estallido social o una falta de capacidad para encontrar la manera de enfrentarlos, se produjeron en una minúscula porción.

 

La queja del pueblo no se coincide con el argumento del Gobierno que insiste en despejar las dudas de un posible caos institucional y a decir verdad las dos partes tienen parte de razón. La sociedad está asfixiada con los constantes aumentos de precios que van desde tarifas hasta alimentos y la administración macrista aún tiene un escenario mucho más favorable que el que se pretende instalar. 

 

Las campañas de apoyo y rechazo tienen nombre y apellido. Los dirigentes de Cambiemos proponen que el respaldo del FMI será venturoso y permitirá controlar los bruscos cambios de los mercados, mientras tanto, la imagen de una Cristina Fernández en silencio, crece en la cosecha de adhesiones y hasta algunos detractores comienzan a duda si fue todo como lo dicen. Es que la ex mandataria comprendió que en un año no electoral debe guardarse para intentar reflotar su figura en 2019, cuando realmente se jugarán las cartas fuertes. 

 

Si hay algo que nuestros políticos aprendieron de sus antecesores es que aumentar la habilidad para disimular los errores y si uno de ellos intenta volver, deberá hacerlo con otras cualidades, muy disimiles de las que lo hicieron arribar al poder. Cristina Fernández, más allá de su cuestionable rol al frente del Ejecutivo Nacional, dejó un legado en las generaciones más jóvenes que difícilmente se pueda contrarrestar. La entrega a mansalva de los fondos del país, entiéndase en un todo como ayuda social, sin que esto sea retribuido con un trabajo o una tarea, generó que millones de niños y adolescentes vean como sus padres pueden percibir dinero del Estado sin trabajar. Este simple accionar, llevó la imagen de Cristina a la estratosfera. Será muy difícil revertir ese acto de desidia, puesto que cada dos años nuestro sistema electoral llama a que concurramos a las urnas para elegir nuestros funcionarios.  

 

El panorama es difuso, el FMI no es ni bueno ni malo (es un organismo que actúa como un prestamista más, solo que impone condiciones), para las elecciones falta más de un año y en un país que vive a muy corto plazo parece una enormidad. Macri tiene tiempo aún para solucionar los problemas del pueblo argentino. Estará en el buscar que su legado no pase desapercibido y se transforme en el puntal del resurgir de la Nación. Hay tiempo, pero se acaba y los fantasmas del pasado comenzaron con su acoso. ¡Hasta la semana que viene!.

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