El desafío está en nosotros

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

Del potrero al banco hay un largo trecho, pero sin embargo, todo absolutamente todo, se maneja por confianza. Una psiquis endeble es la madre de cualquier corrida, es el causal de la venta de un lote, es el incentivo para una nueva siembra y hasta muchas veces, es la consecuencia de un productor que deja de serlo.

 

Hasta hace no más de 15 días, las caras en la feria eran largas: monotemáticamente todos hablaban de los pronósticos, de las lluvias que siempre pasaban de largo, de tal o cual potrero, del sorgo que reventó, de los terneros destetados y de las vacías por vender. Del maíz ni mencionarlo y las pocas sojas que salvaron la ropa, el resto se comieron. “Di vuelta los potreros en seco, quedó horrible pero por lo menos le voy a ganar unos días”, se lamentaba un productor por ahí, que a contramano de la lógica, directamente ni las lluvias esperó.

 

Sin embargo, 15 días después llegó la contracara. Los terneros no se venden, el sorgo reaccionó, las avenas crecen, está todo sembrado y no son pocos, los que ya tienen todos los números hechos para el trigo y la cebada que vendrá. Hasta el mercado ganadero, el más atrasado de todos los mercados, esta semana pareció sumarse a la onda positiva, y entre los precios del gordo y el nuevo aire de la invernada, lo que vendrá promete mucho más que el actual presente.

 

Pero claro, el campo no es una isla y nadie está ajeno a lo que ocurre en materia de bancos y en materia financiera. Y ahí los vemos, economistas debatiéndose si se suben las tasas, si el central vende, si los lebacs también se incentivan, si conviene vender, si lo mejor es comprar. “Lo increíble de todo esto –me dice un economista amigo – que con la suba del viernes, el que vende piquillín en la rotonda, el domingo seguro lo sube 3 $” Increible pero real. Acaso es importado? Se exporta? Nada, somos inflacionarios por naturaleza, aunque no tengamos un solo ahorro y lo único verde que hayamos visto son los verdeos creciendo, serán miles los Argentinos que en los próximos días, “por las dudas” aumenten los precios. Y claro, si lo hace el de la rotonda, imagínense a los del supermercado, al verdulero y al carnicero. Todos, por las dudas, le meten algo más.

 

Inflación y dólar, son dos grandes males que en la Argentina van de la mano. Obviamente, aquí hay muchos mal heridos de experiencias pasadas, de gobiernos que no cumplieron con nada de lo prometido, de aquellos que hasta juraron que los depósitos en dólares, volverían a ser dólares. Entonces, es justificado el daño de la psiquis del Argentino promedio.

 

Lógicamente los economistas explicarán que hay reservas, que la inflación de los últimos dos años corresponde al valor del dólar actual, que el sector agroindustrial vende en dólares y que hasta los novillos o las vacas de exportación, traccionarán el mercado interno con más valor del peso. Pero eso mismo, no podrá explicar porque si no llueve pasto, en 15 días cambia tanto el ánimo. Todo es cuestión de confianza, de creer, de tener la mínima esperanza, de que siempre puede haber un buen futuro. Esperanza….algo que por quemarnos tantas veces, a los Argentinos nos cuesta mucho volver a tener.

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