Responsabilidad

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

Como es mi primer programa de 2018, mi deseo es iniciar este ciclo de 365 días con la renovada esperanza de transitar la senda de los valores permanentes, del diálogo, y del esfuerzo propio y la ayuda mutua, pilares de la civilización en un mundo y un país donde parece escasear.

 

El valor que podemos elegir para empezar este año es “responsabilidad”, concepto que debería formar parte no sólo de nuestro lenguaje cotidiano, sino también de las acciones que a diario forman parte de nuestra esencia  ciudadana.

 

Para los romanos la palabra “responsable” aludía a quien “daba respuesta” de sus propios actos. De allí que la responsabilidad es, desde la antigüedad, uno de los valores más preciados a nivel individual y social.

 

La responsabilidad es la conciencia acerca de las consecuencias de nuestras acciones, de lo que hacemos o dejamos de hacer sobre nosotros mismos y los demás. Tanto en el estudio como en el trabajo es responsable quien realiza sus tareas en competencia, conciencia y humildad; por el contrario, el irresponsable se caracteriza por la torpeza, la negligencia, la inmadurez.

 

Las opciones que hacemos y convertimos en prácticas de vida generan consecuencias en las personas, en nuestro entorno, en las entidades a las que nos vinculamos, es por eso que nuestras prácticas responsables no solo aseguran los resultados esperados, sino que también garantizan un clima de confianza y tranquilidad entre quienes participan de nuestra labor.

 

Existe una historia sobre la posición de responsabilidad y que alguna vez comenté en este espacio. Sin embargo, como “el público se renueva”, tal cual indica Mirtha Legrand, lo repetiré.

 

Dicen que cuando un enorme bosque comenzó a incendiarse, cada animal asustado se lanzó a correr. La mayor parte dejó las llamas atrás y cruzó a la otra orilla del río, salvando su vida. Desde allí veían como todo desaparecía bajo el fuego. De pronto, uno de ellos vio que un pequeño picaflor hacía algo extraño. Con su pequeño pico tomaba agua del río, volaba hasta el incendio y dejaba caer gotitas de agua sobre las llamas. Los animales, al verlo comenzaron a reírse; y le preguntaron si no se sentía ridículo haciendo eso. El picaflor los miró y les contestó: “Yo, simplemente, estoy haciendo mi parte”. Al entender su actitud cada animal comenzó a juntar agua del río y llevarla de alguna manera hacia el incendio hasta apagarlo.

 

Pueda ser que en este 2018, asumamos responsablemente nuestra tarea como el picaflor, para que sea el mejor comienzo de un año que se abre ante nosotros con muchas acciones a concretar.

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