Confianza

Por José Luis Ibaldi - Mañanas de Campo

El valor más apreciado en la sociedad es el de la “confianza”. Pero, ¿qué es la confianza? Pocos tienen una explicación al respecto, algo lógico porque se trata de un intangible. No es un objeto como puede ser un silo o una casa, pero sí muchos lo relacionan con lo de tener palabra, valor muy generalizado entre la gente del ambiente rural.

 

Justamente la intangibilidad, al no poder ser explicada claramente, hace residir su fortaleza. Nadie puede definirla, pero todos saben de qué se trata.

 

Entonces, ¿por qué hablar de confianza en un mundo donde reina la desconfianza? La respuesta es: por el mismo motivo por el que se habla de salud cuando se está enfermo. Generalmente, sólo hablamos de aquello que sentimos que nos falta. Lo mismo sucede con la confianza. La valoramos por el opuesto. Decimos que confiamos en algo o en alguien, porque no lo desconfiamos.

 

Criticamos o hablamos mal de quien desconfiamos. Por ejemplo, del que nos quiere vender algún artículo de marca a precios bajos. Pero muy difícilmente hablamos de quien confiamos y esto es un error, porque la confianza es un sentimiento basado en hechos reales, pero como tal debemos cultivarla.

 

Concluyo esta columna con una pequeña historia que nos habla de confianza:

 

“Pedro, escalador de alta montaña, sufría graves dificultades en su solitario ascenso a la cumbre. El tiempo se había complicado mucho. Todo estaba poniéndose muy oscuro. La nieve caía sin cesar y una enorme cortina blanca apenas dejaba ver más allá de un palmo. De pronto, Pedro resbaló y… se precipitó en el vacío. Solo la cuerda de escalada propició que el deportista quedara colgando.

 

Hacía mucho frío y, con un gran susto en el cuerpo, Pedro suplicaba una y otra vez: ‘¡Dios mío, sálvame!’.

 

Poco tiempo había transcurrido cuando escuchó una voz potente que le decía: ‘Corta la cuerda’. Pero el escalador pensaba para sí: ‘¡Corta la cuerda! No estoy tan loco. Aguantaré hasta el amanecer’. La voz insistía: ‘Pedro, corta la cuerda’. Una y otra vez: ‘Córtala’. Hasta que el alpinista dejó de escuchar… Recién habría amanecido cuando unos montañeros que emprendían una subida, en un día que se anunciaba frío pero soleado, encontraron al escalador. Colgado; sujetado su arnés por la cuerda de seguridad. Pedro había fallecido congelado.

 

Congelado y colgado de la soga… a medio metro del suelo. ¡50 centímetros era todo el salto que se le pedía!”. Moraleja: Ten confianza cuando quien te habla la merece…

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