Gracias Agricultores!

Por Carlos Bodanza - Mañanas de Campo

El próximo viernes se celebrará el Día del Agricultor en nuestro país, en homenaje a aquellos inmigrantes suizos que se asentaron en tierra santafesina un 8 de septiembre de 1856, fundando la Colonia Agrícola de Esperanza. Su llegada se produjo tres años después de que nuestra nación se diera una Constitución, en cuyo preámbulo se señalaba y señala, entre otros propósitos, “asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”.

 

Aquellos que a pico, azada y pala realizaron los primeros surcos para depositar la simiente le debemos ser lo que hoy usufructuamos: el fruto del trabajo agrícola y ganadero.

 

Esos inmigrantes y los que después arribarían a estas tierras, con idiomas y dialectos propios de una imaginaria Torre de Babel, le debemos el despertar de una Argentina protagónica en la producción de alimentos. Hacia 1872 se cultivaban con trigo, maíz, lino y avena, algo más de 200 mil hectáreas, y hacia 1912 ya se cultivaban casi 14 millones de hectáreas. Fue la Primera Revolución de las Pampas.

 

Ese inmigrante y su descendencia supieron ser dignos de la tenencia de su propia tierra a fuerza de sacrificios, de ahorros, pero por sobre todas las cosas, de trabajo y pasión frente a una naturaleza que no siempre le allanó el camino con facilidad.

 

La azada dio paso al arado tirado por caballos o bueyes, pero las ansias de progreso de estos hombres y mujeres agricultores fueron escalando en la modernidad a medida que avanzó la tecnología, la investigación y el desarrollo de empresas particulares y organismos benéficos como el INTA. Así, los hijos y nietos de aquellos inmigrantes pudieron acceder a adelantos y ser protagonistas de la Segunda Revolución de las Pampas, tal como lo definió el doctor Adolfo Coscia. Incorporaron los frutos de la denominada Revolución Verde, la biotecnología, la Siembra Directa, nuevas semillas con valor agregado, los fertilizantes y agroinsumos específicos. Se unieron en grupos de extensión CREA, A.C.E.R., o conformaron asociaciones como AAPRESID. Buscaron el conocimiento, el apoyo y el consejo mutuo, privilegiaron escucharse; a la vez que disfrutar de las comodidades que la tecnología le ofrece en mejores maquinarias. La realidad es que este agricultor moderno es el gerente en una línea de montaje a la que concurren toda clase de insumos y servicios

 

Hoy por hoy, un colega de los medios agropecuarios –el ingeniero Ricardo Bindi- se pregunta y nos pregunta si vamos hacia la Tercera Revolución Agropecuaria, donde el desafío –más allá de la tecnología- se encuentra en repatriar a nuestros hijos, y unir la sinergia campo-ciudad con todas las exigencias sociales, económicas y ambientales que ello implica.

 

El Día del Agricultor nos debería movilizar como sociedad, este hombre, esta mujer de campo, es un ciudadano comprometido con su tierra y su trabajo; además de ser responsable del primer y fundamental eslabón de la seguridad alimentaria. El ciudadano de a pie que no participa de cerca del trabajo agropecuario debería saber que el Producto Bruto de una cosecha se derrama en las localidades y ciudades que rodean el ámbito rural. Así, las estaciones de servicio; los talleres; las concesionarias de automóviles, camionetas y camiones; las fábricas y distribuidoras de maquinarias agrícolas; las cooperativas y agronomías que proveen insumos y servicios; los supermercados y los almacenes, las empresas de logística; hoteles, y la lista se hace larga, reciben los beneficios de reales de una cosecha.

 

En otros países más desarrollados en la cultura rural la gratitud es un valor, por eso en Australia, se puede observar grandes carteles que dicen: “Gracias agricultor por nuestra próxima comida”.

Escribir comentario

Comentarios: 0